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Esto puede ser el relato de muchos niños y niñas de Extremadura, cuando la calefacción era el brasero de picón que te calentaba manos y pies pero que te dejaban la espalda helada.
Recuerdo que las tardes fría de invierno cuando llegaba del colegio dejaba mi cartera y veía a mi abuela sentada en la mesa camilla y bajo la faldilla se notaba el calor del brasero de picón. Sobre la mesa humeaba un rico café portugués de puchero y unas perrunillas recién hechas. Mi abuela con los pies puesto sobre la madera haciendo ganchillo, su hija cosiendo los calcetines con el huevo de madera que tenía guardado en la caja de metal del Cola Cao, mi abuelo con su copita de sol y sombra (anís y coñac) que tras un sorbo dejaba sobre el hule con el mapa de España. Yo mientras agarraba mi bocadillo de chocolate o de vino con azúcar y me salía a jugar a la calle. Al abrir la puerta, entró el frío invernal, el brasero llevaba ya mucho tiempo sin moverse, así que mi abuela levantó la faldilla y con mucho cuidado removió las brasas del picón con la badila y colocó el alambre sobre el brasero. Pude ver las “cabrillas”en sus piernas causadas por el calor. Fuera, el piconero del pueblo pregonaba su picón…
suele ser de madera y redonda y alta con una faldilla hasta los pies y sobrepuesto el mantel, debajo una tarima de madera con agujero en medio para poner el brasero de picón.
SE compone de varias partes:
El picón es un carbón que se hace de jara, berezo, oliva, ramas de encina o de roble.
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